La historia de la Catedral Sagrada Familia comienza así: en 1896, diez años después del cambio político administrativo del Estado Soberano de Santander a Departamento de Santander, y siendo asignada Bucaramanga como la capital del departamento, surgió la idea de erigir en la ciudad una nueva parroquia como consecuencia del crecimiento urbanístico de la ciudad hacia el oriente. Esta vez la iglesia tendría advocación a la Sagrada familia.

La idea de construir la nueva iglesia surgió del cura Uribe Villareal quien para entonces era el encargado de la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano. Cuando se pensó en construir no se contaba con una propiedad para tal fin, entonces el primer paso que se dio fue la compra del predio donde se iba a efectuar la construcción de la iglesia y de la casa cural el 14 de diciembre de 1895. El terreno fue adquirido a Eusebio Cadena, por un precio de diez mil pesos pagados por el predio que se encontraba ubicado en la novena manzana hacia el oriente del poblado y que al momento de la compra detentaba una casa y algunos solares.

Catedral Sagrada Familia en los años 20
Foto tomada de la tesis: Patrimonio Arquitectónico del Centro de Bucaramanga

Gran parte de lo que costó el terreno se obtuvo por medio de recursos de la comunidad, evidenciando así el interés y la participación activa de los feligreses para la realización de la Iglesia de la Sagrada Familia, tal como sucedió a la hora de construir la capilla de los Dolores y la iglesia San Laureano. Los diez mil pesos se obtuvieron de “aportes y donaciones, que sumaron un total de $5224, más el obsequio de un lote de terreno de Don Pedro Miguel Jaimes, que vendieron en $2000”. Como se puede observar, tres cuartas partes del valor de la compra fueron donadas en dinero y en especie por algunos devotos de la ciudad.

Al año siguiente de haber comprado el terreno, más exactamente el 15 febrero de 1896 se produjeron dos acontecimientos en el lugar: El primero de ellos fue la celebración de la primera misa que tuvo lugar en la casa que existía desde el momento de la compra del terreno, que al parecer fue convertida en capilla por el padre Uribe quien bendijo el primer Cáliz, una estatua de San Francisco de Paula y dos campanas. Cinco días después de la primera celebración eucarística, se produjo la fundación de la parroquia el 20 de febrero, en un acto simbólico pues cuatro días antes bendijeron algunos elementos que a la postre harían parte de la iglesia. 

En ese entonces se evidenció una molestia por parte de algunos pobladores, quienes no veían atinada la creación de una nueva iglesia porque, según ellos, los devotos no tenían los medios para sostener otro cura en el lugar donde la iglesia iba a estar.

Iniciando el año 1898 el cura Uribe Villarreal comenzó la construcción de la iglesia en compañía de la llamada Junta de Fábrica creada por el padre desde 1895 con el fin de gestionar la creación de la iglesia Sagrada Familia, la cual estaba encabezada por los señores Benancio Collazos, Félix Amaya, Juan Obando, Jesús Neira y Eusebio Sánchez, quienes realizaron la ceremonia de colocación y bendición de la primera piedra del templo que sería edificado en el sitio.

Catedral Sagrada Familia en los años 30
Foto tomada de la tesis: Patrimonio Arquitectónico del Centro de Bucaramanga

Después de la ceremonia de colocación de la piedra con la que se dio inicio a la construcción, no se sabe cuánto pudo haber avanzado la obra, pues esta se vio interrumpida tan sólo un año después por el inicio de la Guerra de los Mil Días. Esta interrupción durante los primeros años del siglo XX causada por la guerra generaría los momentos más difíciles durante el proceso de la construcción. Mientras se combatía, las obras se paralizaron y una vez terminada la guerra las obras no continuaron durante un buen tiempo, debido al alto nivel de pobreza dejado por la guerra, tanto así que durante la primera década del siglo XX no se realizaron avances en la construcción.

En 1902 se reunió la Junta de Fábrica con la idea de trabajar por la iglesia. Esta junta contó con nuevos miembros. Estaba presidida por el cura juvenal Quiroz y de ella hacían parte los señores Cayetano y Emilio Pradilla, Clímaco Silva, Camilo Ordoñez, Rafael Puyana Gómez, Tomas French y Jesús Neira, este último el único que quedó de la Junta anterior. La nueva Junta de fábrica no empezó del todo bien, a tal punto que en 1904 por problemas económicos no creyeron posible la realización de la iglesia y pensaron abandonar la tarea, pero el Obispo no lo permitió.

Para la segunda década del siglo XX la estructura de la iglesia se había debilitado y deteriorado al punto de estar en riesgo de colapsar por el estado de abandono y la falta de intervención. En medio de este oscuro panorama el prelado diocesano el 8 de febrero de 1910 tomó una decisión, la cual trajo buenas nuevas con respecto a la financiación para continuar la obra y su marcha interrumpida 11 años atrás. Así pues el prelado concedió al Párroco de la Sagrada Familia el producto de los diezmos porque «es de imperiosa necesidad continuar sin interrupción los trabajos en el templo parroquial porque el estado ruinoso y las graves incomodidades que ofrece el edificio que actualmente sirve de iglesia, hacen que ésta no corresponda a la religiosidad, necesidades y categoría de esta parroquia». A partir de esta decisión se reanudaron las actividades en la parroquia empezando una etapa nueva en la historia de su construcción.

En la misma acta firmada el 8 de febrero de 1910 donde se estableció el dinero de los diezmos para usarlos en la construcción de la parroquia, también se señaló un mandato sobre la plaza que quedaba en frente de la iglesia «Por cuanto que la plaza de «Belén» es propiedad de la Iglesia, para evitar servidumbres perjudiciales a la misma Iglesia, ordenamos al señor Cura la haga cercar, dejando dos entradas para la iglesia y casa cural y conservando el trazo de las calles adyacentes«. Esta plaza recibió ese nombre cuando se empezaron a hacer los trabajos en los terrenos comprados a Eusebio Cadena porque, al parecer, los trabajadores encontraron entre los matorrales una imagen de la Virgen de Belén.

Así vemos cómo la construcción de la iglesia generó un movimiento a su alrededor y más en esta plaza donde los devotos empezaron a rendir culto a la Madre de Dios, con una fiesta que se celebraba anualmente en plaza el 13 de enero. También allí se encontraban ubicados los juegos y algunas atracciones que los pobladores visitaban los domingos y de paso dejaban una jugosa renta al encargado de administrarlos. Dicha plaza se convirtió en el parque Santander.

Catedral Sagrada Familia en los años 60
Foto tomada de Foto tomada de: Patrimonio Urbano de Bucaramanga

En 1910 en el mes de febrero llegó a cumplir funciones como párroco de la Sagrada Familia el doctor José de Jesús Trillos quien estaría por más de 27 años en el cargo y a la postre se convertiría en un actor importante en la construcción, porque bajo su administración se presentaron los avances más substanciales en la obra.

Fue así como la segunda década del siglo XX se presentaron varios sucesos que favorecieron el lugar y fueron modificando no solamente la estructura de la iglesia, sino su entorno. El lugar empezaría a reconocerse como un barrio de la cuidad, tal como lo muestra el Acuerdo Número 23 del 19 de enero de 1912, cuando el Gobernador demarcó las fracciones del municipio y dio los nombres a los barrios y a las veredas que hacían parte de este. Entre los veintiocho barrios existentes en la época, se reconocía uno con el nombre de Sagrada Familia. Se puede pensar que este barrio creció debido a los adelantos materiales producidos en la iglesia, la Plaza de Belén y la construcción del Club del Comercio, siendo este barrio donde residió la élite de comerciantes de la ciudad.

En 1912 la Plaza de Belén dejó de ser de carácter privado, pues la iglesia la dio en venta al municipio. El gobierno local, seducido por la renta que generaban los juegos ubicados en la plaza, iniciaría gestiones para comprarla. Dicho lugar estaba valorado en mil setecientos pesos oro. Pese al alto precio del lugar, el 3 de julio el Cabildo le dio facultad al Personero municipal para que diera inicio y feliz término a la negociación.

Antes de celebrar el contrato existió una demora que retrasó la compra. Si bien la iglesia cedió mil pesos del valor de la plaza en total, el municipio en principio sólo quería dar a la iglesia quinientos pesos de los setecientos pactados por el total de la plaza y dicha cantidad la pretendía pagar en un plazo de dos anualidades. Si observamos el contrato firmado nos damos cuenta que existían diferencias de doscientos pesos en el precio puesto por la iglesia y con respecto al plazo que quería el municipio para el pago de la plaza, este era muy extenso. Al final el Personero municipal encargado terminó pagando los setecientos pesos oro en dos contados con un plazo no mayor a un trimestre para finiquitar el pago. Por su parte los juegos ubicados en la plaza fueron rematados a Guillermo Jones en $802. Al parecer, el dinero recolectado por la venta de la plaza pudo ser utilizado por el cura Juan de Jesús trillos para seguir con la edificación de la parroquia, a la cual le inauguraron las torres en octubre de 1912.

El 15 de abril de 1914 ―el Cabildo acordó que la plaza comprada por el Municipio en el barrio de Belén, se llame plaza de Santander; y la que ha llevado los nombres de Waterloo y Santander, se denomine Plaza de Antonia Santos‖. El Acuerdo llevaba el número 14 y fue aprobado por la Gobernación el 6 de mayo siguiente. A partir de ese momento la plaza no sólo cambió de denominación sino que la estructura y la organización cambiarían por lo que se denominó ―Parque Bosque‖. Este cambio se aplicó para todas las plazas existentes en la ciudad.

Las obras de la iglesia continuaron durante la segunda década del siglo XX. Muestra de ello fue lo expresado por Monseñor Rafael Afanador y Cadena quien después de haber realizado una visita a la parroquia de la Sagrada Familia el 3 de febrero de 1919 expresó que: “Nos ha sido muy satisfactorio encontrar tan adelantados los trabajos del templo parroquial, que, Dios mediante, será uno de los mejores de la Diócesis; en consecuencia, damos Nuestra voz de aliento tanto al señor Cura [Trillos] como a los feligreses para que no desmayen en la prosecución de tan hermosa obra que publicará la religión y piedad de  los hijos de esta querida parroquia.

Durante la década del 20 las obras continuaron en la iglesia de la Sagrada Familia. En 1922, año en el cual se inauguraron las dos torres de la iglesia quedaría terminada la estructura tosca del edificio. Seis años después, en 1928 el prelado diocesano, con el fin de empezar a trabajar sobre el interior y el paramento diocesano, vio la necesidad de contratar una persona con conocimientos sobre arquitectura para verificar qué tan segura era la edificación y así poder continuar la última parte de la obra que consistió en el decorado, ubicar el bautisterio y poner unos nuevos depósitos de agua. Estas obras se concluyeron un par de décadas después. A las 9 de la mañana del año siguiente, el 8 de diciembre de 1923, se realizó la bendición y colocación en la torre oriental, a la cual se le colocaron dos campanas fundidas en Piedecuesta.

Las dos obras indicadas anteriormente fueron las últimas en contar con el impulso del cura Trillos, quien dejó su cargo en la parroquia de la Sagrada Familia el 3 de julio de 1937, después de haber estado a cargo durante 27 años. Posteriormente, el cura se trasladó al asilo de San Antonio y allí, como ocurrió con la iglesia, impulsó las obras de la terminación de la fachada y construyó la torre del templo en honor al milagroso San Antonio, todo con el apoyo de los vecinos.

Durante los últimos años de la obra en la parroquia, se generó un fenómeno importante en la cuidad con referente al crecimiento de la traza urbana de la misma. La ciudad, donde se encuentra ubicada la iglesia de la Sagrada Familia estaba muy poco poblada antes de los años veinte. La zona oriental de la cuidad empezó a urbanizarse y a ocuparse por grupos familiares que compraron los terrenos aledaños a la iglesia para instalar allí sus viviendas. Sobre este proceso Jaime Álvarez y Néstor Rueda enuncian cómo ―el ordenamiento de un espacio de función simbólico-religiosa inició un proceso de expansión y valorización. Las familias que llegaron a ocupar los predios aledaños de la iglesia Sagrada Familia fueron principalmente los comerciantes quienes en ese momento se constituían como la elite económica local.

Catedral Sagrada Familia en la actualidad
Foto tomada de la tesis: Patrimonio Arquitectónico del Centro de Bucaramanga

Las obras de decoración y paramento en el interior y fachada de la iglesia de la Sagrada Familia que empezaron en 1928, fueron concluidas el 28 de febrero de 1934. Para la entrega de las obras se hizo una ceremonia muy similar a la ocurrida en la inauguración, se bendijeron las torres y las campanas se ubicaron en la torre oriental y sobre ésta se montó un reloj obsequiado por la Sociedad de Mejoras Públicas, fabricado en Medellín en los Talleres de Robledo y adquirido por intermedio de la firma comercial Larsen & Robledo por

$2.360.00. Cuatro años más tarde se dio por terminada la obra de la iglesia de la Sagrada Familia, si bien más adelante vendrían otras intervenciones forzadas por el crecimiento de la ciudad, las cuales afectaron la estructura de la casa cural.

El 9 de noviembre de 1941, tres años después de la inauguración de la iglesia, ésta tuvo un nuevo cambio pero esta vez no en su estructura, sino en los límites de su jurisdicción, los cuales fueron modificados por Decreto: El Prelado Diocesano, por Decreto numero 235, creó una tercera parroquia en Buca- ramanga, con la advocación de la Santísima Virgen del Carmen y patrocinio de San Gregorio Magno, segregando de las parroquias de San Laureano y de la Sagrada Familia, la porción comprendida desde el cruce de la carrera 18 con la Quebrada Seca.

Así pues quedaron asignados los terrenos de la nueva iglesia con advocación a San Gregorio y tan sólo tres días después de aceptar el nuevo orden se establecieron los nuevos límites de la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano y la iglesia de la Sagrada Familia, debido a la creación de la nueva parroquia. Mediante el Decreto número 236 quedaron modificados los límites de las parroquias de San Laureano y de la Sagrada Familia, así:

Los habitantes comprendidos entre las carreras 16 y 17 téngase segregados de la Sagrada Familia y vecinos en adelante de San Laurea- no; desde la esquina Norte de la plaza de La Concordia sobre la carrera 17 por toda esa carrera al Norte hasta dar a la Quebrada Seca, en el límite con la parroquia de San Gregorio.

Así pues, con los nuevos límites y jurisdicción definidos para las tres iglesias de Bucaramanga, el 17 de diciembre de 1952 el papa Pío XII creó la Diócesis de Bucaramanga desprendida de la Diócesis de Nueva Pamplona, mediante la Bula ―Cum sit latior‖. Este cambio organizacional y administrativo representó también un cambio en el papel que iba a jugar la Sagrada Familia de ahí en adelante, pues en menos de dos meses, el 12 de febrero, Pio XII declaró a la Sagrada Familia como Catedral de la Diócesis recientemente establecida. Dicho nombramiento se dio por encima de la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano y la recientemente constituida iglesia de San Gregorio.

Sin duda alguna, este último acontecimiento fue de gran relevancia para la historia de la iglesia, pues pasó de ser una parroquia en donde las actividades eclesiásticas consistían en realizar misas, bautizos, velorios y matrimonios por parte un sacerdote, a convertirse en catedral donde, según la jerarquía eclesiástica y su organización ―el lugar más importante corresponde a la Iglesia Catedral entre los templos de la Diócesis, es la iglesia sede oficial del Obispo, donde está permanentemente su trono episcopal. Es por lo tanto, la iglesia madre de una diócesis‖. Cabe señalar que el uso del lugar si bien manejó algunas características similares a cuando era parroquia, se evidenció un cambio que le da una responsabilidad mayor al resto de la iglesias que hacen parte de la Diócesis.

Pocos años después de haberse convertido en Catedral de la Diócesis de Bucaramanga, la iglesia de la Sagrada Familia sufrió un cambio en su estructura el cual tiene mucho que ver el crecimiento urbano de la ciudad. La apertura de la calle 36 llevó a que la casa cural fuera derrumbada para dar paso a la ―modernización‖. Con la apertura de esta calle, también se recortó el atrio. Según Edmundo Gavassa no sólo se perdió el espacio físico sino que además se perdió una costumbre de un sector de la sociedad bumanguesa, en este caso de la élite comerciante, que en esa época se reunía en el atrio de la iglesia para realizar una tertulia dominical, la cual desapareció como ha ido desapareciendo la costumbre de la misa mayor realizada en la iglesia Sagrada Familia. En 1963 se empezó a cimentar la nueva casa cural por parte del cura Álvaro Arenas Trillos y dicha construcción tuvo una nueva ubicación con referencia a la ubicación de la original.

La década del sesenta representó para la iglesia de la Sagrada Familia sus primeras consagraciones, como la dada por Monseñor Héctor Rueda a curas ordenados en 1960 y la de Monseñor Sarmiento en 1962. La década del setenta trajo de nuevo un nombramiento que jerarquizó aun más a la Sagrada Familia. El 14 de diciembre de 1974, por disposición del Papa Paulo VI, la Diócesis de Bucaramanga se elevó a la categoría de Arquidiócesis de Bucaramanga, tomando como Catedral a la Sagrada Familia y asignando a Barrancabermeja como la nueva Diócesis.

Con el nombramiento anterior se le empezó a conocer como la Catedral de la Sagrada Familia, y en calidad de Catedral de la Arquidiócesis de Bucaramanga fue propuesta en 1982 ante el Instituto Colombiano de Cultura como posible monumento nacional junto con otros inmuebles de la ciudad entre los cuales estaban el Hotel Bucarica, la iglesia de Nuestra Señora de Chiquinquirá y San Laureano del Real de Minas de Bucaramanga y el Club de Comercio. Esta propuesta se hizo en conjunto con posibles bienes a ser declarados como monumento nacional de otras ciudades de Colombia. Si bien el inmueble fue propuesto jamás se conoció una respuesta favorable a tal petición.

En la última década del siglo XX se inauguró la última intervención hecha a la iglesia, la cual consistió en arreglar la fachada y la construcción del atrio que hacía 30 años había sido derrumbado para dar paso a la calle 36. Así completó las características físicas de una catedral: un largo total de 72,20 metros, un ancho de 32,50 m, tres cuerpos, separada por columnas, un altar mayor con una altura interior de 11,73 m, con cuatro juegos de cuatro columnas y dos altares laterales, 10 columnas en las naves laterales, tiene acceso directo a la calle sin gradas. Sus techos hechos con artesanado en estuco y metal, vitrales laterales realizado por diversos artistas

Durante el siglo XXI sólo se le ha realizado una intervención a la Catedral de La Sagrada Familia, que sin duda alguna le brindó una nueva presentación en el anochecer. Bajo la coordinación del Padre Néstor Aponte y empresas patrocinadoras como Codensa, Emesa y Endesa, se iluminaron los monumentos religiosos más emblemáticos de Chile, Perú, Colombia y República Dominicana, tarea que contribuía al embellecimiento de una Iglesia que ha sido patrimonio de todos los santandereanos.

Fuente:

Tesis: Patrimonio Arquitectónico del Centro de Bucaramanga.
Román Javier Perdomo González
Sergio Andrés Acosta Lozano
Sol Ángela Sierra Flórez

Universidad Industrial de Santander
Facultad de Ciencias Humanas
Escuela de Historia Bucaramanga
2011